Probablemente los espectadores en EE.UU. sufrieron con este momento, el empate de Portugal a 20 segundos del final.
El encuentro de la Copa del Mundo de Brasil que enfrentó a Estados Unidos y Portugal fue el partido de fútbol más visto en la historia de EE.UU.
Más de 18,2 millones de de espectadores vieron el empate (2-2) de la selección de ese país en televisión, con lo que consiguió mayores niveles de audiencia que otros eventos deportivos como la final de la NBA o la Serie Mundial de las Grandes Ligas de béisbol.
Hasta ahora, el partido de fútbol más visto por los telespectadores estadounidenses era la final del Mundial Femenino de 1999 de Estados Unidos que ganó la selección de ese país.
Por ciudades, el lugar donde más se siguió el Estados Unidos – Brasil fue la capital, Washington, Columbus (Ohio), Nueva York, Boston, y las localidades de Hartford y New Haven, ambas en Connecticut.
Fuente: BBC
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El fútbol en Brasil no es un deporte, es su cultura
El tiempo se detiene cuando la selección de Brasil sale al terreno de juego a defender los colores de su bandera. Para los brasileños el fútbol es más que un deporte, es un estilo de vida
En Brasil se le conoce como el “Jogo Bonito” y finalmente comprendemos porqué. No se trata del juego en sí sobre el césped en un estadio cualquiera, se trata de un momento incomparable en las casas y barrios de los 200 millones de brasileños. Es sobre su cultura, lo que corre en sus venas, música, compañía y fútbol.
Para ellos ver a su selección jugar es toda una celebración. Eligen una vivienda para reunirse, preparan comida, bebidas, música… y disfrutan… sin parar.
En esta ocasión Brasil igualó contra México. En teoría deberían de haber caras largas, un poco de tristeza y hasta desilusión. Pero no es así. En el barrio Artur Alvim, en São Paulo, todo es fiesta.
Dos Santos de Nascimento nos invitó a su casa. Nos recibió como se reciben a los viejos amigos que se extrañan. Los brasileños en general son gente cálida, sonrientes, pero cuando Brasil está en la cancha, todo se magnifica.
Al final no importa si Brasil gana o no. Al final no importa si están en el estadio o en sus casas.
Los brasileños disfrutan en familia, con amigos, con vecinos, todos comparten una misma alegría, la razón que los une a todos, el amor al fútbol, esa pasión que es admirable y que los identifica como nación, sin importan su clase social o color de piel.